MASTER DE DIAGNOSTICO E INTERVENCION NEUROPSICOPEDAGOXICA

Así empeza o traballo de fin de máster que presentei no curso 2011 e que marca o inicio dunha ORIENTACIÓN CON SENTIDO..., UNHA ORIENTACIÓN ILUSIONANTE E ONDE OS RESULTADOS SON PALPABLES, UNHA ORIENTACIÓN ENFOCADA NA COMUNIDADE E NON N@ ALUMN@:

Hace seis años que empezó este camino de la Orientación, un camino apasionante, lleno de descubrimientos, algo que me ilusionaba cada día, que me hacía pensar que esto era lo que yo siempre había querido hacer… pero me inundaban un montón de preguntas: ¿Qué hacemos en la escuela l@s Orientador@s? ¿Ponemos etiquetas o identificamos problemas y necesidades? ¿Reafirmamos lo que la familia, el profesorado o el mismo niñ@ nos dice, confirmándolo, o buscamos el origen de sus dificultades? ¿Vemos más allá o nos quedamos en lo que a simple vista nos parece? ¿Qué hacíamos hasta ahora y qué haremos de aquí en adelante? ¿Qué podemos aprender después de leer las páginas que siguen? ¿Cómo lo hemos hecho? ¿Qué resultados hemos obtenido? . Algunas de ellas tenían respuestas y otras no era capaz de encontrar una respuesta que me convenciese.
Mi forma de pensar se puede ver reflejada en la imagen que se muestra a continuación y que transmite lo que yo quería aprender, lo que no me gustaba hacer, y lo que no sabía como hacerlo de otro modo.
Me preocupaba mucho la forma de hacerlo, me preocupaba el sentir de las personas con las que trataba, pues no quería ser aquel “psicólogo” que “etiqueta” que hace a las personas sentirse mal y poco valoradas. Quería ser la ayuda, quería guiar, conducir… pero nunca dirigir… porque temía y sabía que me podía equivocar. Quería hacer algo diferente a lo que yo había vivido en mi experiencia escolar, quería entender que me había pasado en la escuela, por qué era tan lenta, por qué no comprendía lo que leía (decían mis profes), por qué era muy trabajadora pero “no daba más”, por qué al terminar la antigua EGB tenía que irme a estudiar FP porque no podría hacer el Bachillerato, por qué después de mi insistencia y con aquel CI que había obtenido pude sacar el Bachillerato, pude hacer Magisterio, Pedagogía por la UNED, aprobar una oposición….. Había encontrado mi forma de memorizar, mi forma de comprender lo que leía, mi forma de redactar correctamente… ¿Cómo? ¿Por qué?.....

“Los adultos piensan que un niño, puesto que es pequeño, tiene pensamientos pequeños, temores pequeños, miedos pequeños, dolores pequeños. Piensan que sus juegos son tonterías, que sus amigos no son importantes, que la televisión es una pérdida de tiempo, que las únicas cosas importantes para un niño son comer, dormir, ir a la escuela, hacer los deberes.

En cambio el niño vive experiencias valiosas, importantes, significativas, como no volverá a vivir el resto de su vida”

“La soledad del niño”. Francesco Tonucci- 2009
Sentía la necesidad de saber porque me sentía tan insegura de mi misma, todavía a día de hoy existe esa inseguridad, por qué no me valoraba por lo que era… ¿Qué había pasado para que esto fuese así?, ¿era la escuela?, ¿era la familia?.....
Un día del mes de Noviembre del año 2007 cuando llevaba algo más de un año en esto de la Orientación conocí a Carme Timoneda en un curso que se llamaba “Nuevas miradas para la orientación psicopedagógica” y, sin duda, aquel fue el momento en el que empecé a entender todo aquello sobre lo que tenía tantas dudas. Digo bien, empecé a entender, quería aprender más cosas, quería saber como hacerlo… pero han tenido que pasar casi dos años para que empezara lo que sin duda han sido los mejores años, años de estudio de aquello que me apasiona y me hace verdaderamente feliz. Hacer el máster ha sido lo mejor y ha sido lo que verdaderamente me ha ayudado a construirme como persona, a sentirme valorada y a reconocerme como verdaderamente soy, pero también a entender las relaciones con las demás personas desde otro punto de vista, y desde luego, algo verdaderamente importante que es un desarrollo profesional a la medida de mis ilusiones y de las respuestas a mis grandes dudas. Ha sido un largo camino, y todavía queda mucho por andar pero ha sido muy bonito y gratificante.
Siempre resulta complicado empezar a redactar un trabajo y más cuando pretendes explicar muchas cosas de la forma más clara posible, y todavía más, cuando intentas hacer la presentación de un trabajo que pone punto final a dos años de aprendizaje, muy diferentes a todos los vividos en mi vida, un aprendizaje diferente, una forma de actuar diferente.
Por esta razón he querido empezar este trabajo como mejor he aprendido, con una metáfora utilizada desde la comunicación indirecta, pero no una metáfora cualquiera, no la que más me gusta o la que menos, no buscada al azar sino la que mejor se adapta a la intención de presentar el trabajo que aparecerá en las páginas que siguen, aquella que ilustra perfectamente lo que ha sido el diagnostico e intervención del caso que presentaré en este documento, y al mismo tiempo con una imagen que representa a la perfección lo que no es la intervención con las familias y, lo que es, e importa, de nuestr@s niñas y niños.
Cambiar nuestra forma de entender a l@s niñ@s de nuestras escuelas, pero no solo a ellos, sino el comportamiento de las personas en general desde el Modelo Humanista-Estratégico en el cual se enmarca la Teoría PASS y la teoría de los Comportamientos Enmascaradores es, sin lugar a dudas, el objetivo de la presentación de este trabajo.
“Había una vez una señora que quiso comprar una alfombra para la enorme sala de estar de su casa recién estrenada. Cuando le instalaron la alfombra, se la veía contenta y satisfecha, pero…¡oh sorpresa!. La señora miró estupefacta un pequeño bulto en el centro de la alfombra. Se acercó, puso la mano encima cuidadosamente y el bulto cedió… pero, al cabo de unos segundos se dio cuenta de que reaparecía en otro lugar, no muy lejos… Repitió la misma operación, pero, nada… el bulto volvía a salir una y otra vez en diversos lugares de la alfombra. El vendedor le prometió que aquella misma tarde pasaría a verla un técnico de mantenimiento de alfombras y haría un diagnóstico del problema. Así fue , el técnico observó los bultos (ya eran tres)… efectuó la misma operación que había realizado la señora y observaba atónito como reaparecían los bultos una y otra vez… Pidió un zapato a la señora y empezó a presionar con energía los bultos… Después de varias tentativas, los bultos desaparecieron quedando sólo un poco elevada la zona central de la alfombra. El técnico dijo a la señora que era cuestión de tiempo (algunas horas) y que la alfombra volvería a quedar del todo lisa. A la mañana siguiente, el susto de la señora fue monumental al ver que no sólo habían reaparecido los bultos sino que estos eran mucho más grandes. Por aquella sala de estar desfilaron multitud de técnicos que con diferentes herramientas intentaban corregir los bultos de la sufrida alfombra. Se repetía siempre la misma historia: los bultos desaparecían durante breves segundos para acabar reapareciendo con posterioridad de forma más visible. Un día la señora supo por una amiga que en la ciudad había un técnico que trabajaba de forma muy diferente a todos los que ella había consultado. Asimismo, le dijo que su manera de trabajar era bastante extraña, poco racional y muy ilógica. La señora pensando que no perdería anda, fue a buscar al técnico en cuestión quién se desplazó a su casa. Observó durante unos minutos como se iban produciendo los bultos sin tocar a la alfombra… Después, decidido, se situó en un extremo de la alfombra y lo alzó… la señora le recordaba que pesaba mucho y que todos le habían dicho que no se podía mover… El técnico la escuchaba pero continuaba con la alfombra medio levantada… La señora pensaba que realmente era muy rara aquella manera de actuar y le recordaba que el problema eran los bultos que salían en el centro de la alfombra… El técnico, amablemente, le explicó que los bultos no eran el problema….y…de repente, la señora dejó escapar un grito al darse cuenta de que debajo de la alfombra, por donde estaba un poco levantada, salía, majestuosa, una serpiente bien ufana pero con algunos cardenales en la espalda…”
“Cognición, emoción y conducta".
Frederic Pérez Álvarez y Carme Timoneda Gallart. (2000)